Lo que el dolor esconde
Todos somos responsables únicos de lo que nos ocurre. Así es. Puede que hasta ahora, hayamos pasado por infinidad de momentos difíciles de asumir. De personas que hemos sentido que nos han causado un profundo dolor y daño, de experiencias que no hemos digerido, que no hacen más que repetirse en nuestra cabeza, una y otra vez, sin conseguir sentirnos más livianos con nosotros mismos.
Esto es así,
únicamente porque no hemos aprendido realmente el verdadero significado que
tienen estos poderosos momentos llenos de dolor y sufrimiento. Lo que el dolor esconde.
Lo sé. Estoy
mostrando agradecimiento por ese momento tan angustiante, doloroso que algo o
alguien te causó. Y es normal que pienses que de qué árbol me he caído hoy. Lo
sé. Puedes estar seguro/a que lo que lees no es fruto de una enajenación mental
suscitada por un golpe en la cabeza. Estas palabras que vas a leer a
continuación, están forjadas a base de experiencias vitales aderezadas de dolor
y sufrimiento. Permíteme poder compartir contigo estas palabras. Luego, que
cada cuál, haga con ellas lo que más desee: romper, quemar, enmarcar.
LA SUPERFICIALIDAD DEL DOLOR
Todos en nuestra vida
hemos vivido situaciones, momentos que nos han conducido a experimentar una
carga intensa de profundo dolor, sufrimiento, desgarro o angustia. Estas
situaciones, generalmente, vienen acontecidas por experiencias causadas por un alguien que nos hizo vivir un estado de
tiniebla personal.
Cuando esto nos
ocurre. Nuestro modo normal de sobrevivir a ello, generalmente está asociado a
odiar, culpar y sentir rabia hacia esa persona que tanto dolor nos ha causado.
Esto es así. Acción – Reacción.
Sin embargo, este
modo de proceder al destierro, a la condena, al juicio final y a echar las
cruces a alguien, no es ni más ni menos, que una forma equivocaba de
interpretar la situación. Seguro que esto no lo esperabas. Lo sé. Pero aún ahí
más.
Cuando actuamos
movimos por este deseo infundado de poner justicia, de perpetuar nuestro honor
y condenar a la persona que ha provocado este sufrimiento al destierro, lo
único que conseguimos es quedarnos en la superficie y en última instancia, en la pérdida de
oportunidades.
Así es. La
oportunidad de la que hablo, comienza siempre con un dolor que algo o alguien
nos ha causa en un momento de nuestra vida. Sí. Un alguien que aparece o está
en nuestra vida, con la única misión de hacernos despertar, para permitirnos
ver con más claridad en nosotros mismos. Y cuando uno se permite trascender de
ese dolor, de esa rabia, y ver realmente el trasfondo que ahí se esconde, es
cuando se llega alcanzar la gran lección.
Pero tendemos siempre
a permanecer en la superficie, en perpetuarnos en el dolor que alguien o algo
nos causó. Y esta falsa retroalimentación, lo único que nos hace es seguir, una
y otra vez, apostillados en un estado de culpa, rabia, dolor y sufrimiento, sin
darnos cuenta, que esto es sólo una luz roja que se enciende para advertirnos
que, lo que el dolor esconde es
únicamente, una verdad que debemos conocer.
Y esa verdad, sólo
será posible GRACIAS a ese personaje maligno que un día odiaste hasta la
saciedad. Aquél que te hará vivir un situación angustiante, dolorosa, aquél con
el que tendrás que librar una batalla para obtener así un aprendizaje de esta
experiencia. Dolorosa pero necesario.
Esta persona que
tanto odias, se presenta en tu vida para ponerte a prueba. Aunque ni ella misma
lo sabe. Estas personas malignas que todos hemos tenido cerca, son en realidad,
grandes regalos para nosotros, aunque no seamos capaces de verlo de este modo,
al menos, desde la perspectiva con la que solemos interpretar estas experiencias
o conflictos personales. Estas personas
malignas, por llamarlos de algún modo, se disfrazan de muchos personajes. Qué
pillines son, las saben todas para distraernos. Y nosotros, ¡ay, pobre de
nosotros! que no supimos verlos venir. Terminan causándonos una enorme
decepción. Lo sé. Este cuento que te cuento ya está inventado. Tú, sin darte
cuenta, también interpretas un papel en este cuento. Espléndido, por cierto.
Pero insuficiente para adquirir una lección.
TU VIDA ES SIMPLEMENTE UN JUEGO
Imagínate tu vida
como si de un juego se tratase. Un juego que cada uno de nosotros eligió jugar.
Cada uno interpretamos un personaje. Sí. Un personaje. Y para avanzar por este
juego, para avanzar hacia la meta, debemos superar cada una de las pruebas que
encontramos en el camino. En cada una de estas pruebas hay una serie de
personajes que aparecen en nuestra vida. Unos se convierten en fieles aliados,
que nos acompañarán siempre, otros son estos personajes disfrazados, difíciles de
combatir (pero no imposible).
Para superar dichas
pruebas, debemos batirnos en duelo con cada uno de estos personajes
disfrazados, los malignos seres, que como verás, no son tan malignos como
crees. Estos duelos, nada tienen que ver con las batallas campales que nuestros
antepasados libraron a pecho descubierto. No. Cuando hablo de duelos, me
refiero a esos enfrentamientos no gratos con estos personajes. No es necesario
sacar una espada para librar nuestro duelo. El duelo se manifiesta a través de
peleas, decepciones, crisis, rupturas, posesión, dominio, angustia, impotencia,
injusticia, y lágrimas, muchas lágrimas. Así es como modernamente libramos
nuestras propias batallas.
Cuántas veces,
¡cuantísimas veces! nos hemos enfrentando a estos personajes, manifestados
quizás a través de un falso/a amigo/a, de un falso/a compañero/a de trabajo, de
un/a falso/ jefe, de una falsa pareja, de un falso padre o madre, de un falso
familiar o persona cercana.
Sin embargo, nuestra
experiencia se queda reducida, en muchos casos, a librar esa batalla o
enfrentamiento con el oponente. A perpetuarnos en ese dolor y rabia que nos
acompañará durante largo tiempo, con ese sentimiento de culpa o injusticia que
sentimos, al haber tenido en nuestra vida a esta persona.
Pero lo que no sabemos es que, si realmente
deseamos subir de nivel, superar realmente la prueba encomendada para pasar a
la siguiente, la única forma de completar nuestra misión, pasa indudablemente
por seguir indagando aún más en la profundidad de la experiencia. Así es.
Y para ello, es
necesario desapegarnos de esos estados emocionales que nos suscitó dicho personaje.
Dichas emociones negativas son sólo las consecuencias colaterales y
superficiales de algo mucho más grande, mucho más profundo, mucho más
importante.
Aún hay que dar un
paso más si queremos realmente superar dicha prueba. Sino, volveremos a repetir historias. Y será
otro personaje el que venga a tu vida para batirse en duelo. Pero esta vez, la
frecuencia del dolor será mayor, hasta ser lo suficientemente intensa para
hacernos despertar.
Estos personajes
malignos, por alguna razón que no entendemos, se acercan a nosotros, o están ya
en nuestra vida, porque tienen una misión muy clara: permitirnos aprender una
lección.
En cada una de las situaciones no gratas que
vivimos, en cada lucha que libramos, en cada estadio de sufrimiento y dolor,
sin darnos cuenta, conseguimos
desarrollar unas habilidades, unas destrezas y fortalezas, para que de este
modo, podamos adquirir una gran lección, el hacernos conocer lo que el dolor
esconde. Es el único modo de estar preparados
para superar la siguiente prueba del juego.
De avanzar por la vida. De seguir adelante.
APRENDIZAJES PERSONALES:
Puede que esa persona
que tanto dolor te ha causado en la vida, venga a decirte que la imagen que
tienes de ti mismo/a no sea la correcta. Que te hayas creído un indefenso
minino, cuando realmente tienes el rugido de un león. Pero tu autoimagen de ti
mismo, tu baja autoestima e inseguridad, te hace permitir que las personas que
te causan dolor, te sigan causando ese dolor. Porque no has aprendido a poner
límites. O puede que tu lección sea la contraria, la falta de humildad y de compasión
a los demás. O puede que esta persona no grata, venga a enseñarte que debes
tener una actitud más flexible, ser menos rígido contigo mismo y con los demás.
Por supuesto éste es
un terreno muy sensible, personal e intransferible. Saber lo que esconde cada
experiencia que libras, sólo te corresponde a ti, eres el único responsable de obtener
el conocimiento real y verdadero de dicha experiencia. Tu lección.
¡GRACIAS, PERSONAJE MALIGNO!
Puede que lo que te
toque ahora es perdonar internamente a estos personajes malignos, que como has
leído, puede que no lo hayan sido tanto. Si somos capaces de hacer la lectura
correcta, te aseguro que ese dolor y rabia que tanto has engendrado, empezará a
mitigarse poco a poco. Con esto no quiero decir que perdonar signifique tomarte
un café con esa persona. No. Te ahorraré ese mal trago. Existen muchos modos de
perdonar a una persona sin necesidad de decírselo a la cara. Puedes hacerlo internamente, mentalmente,
imaginativamente o sentimentalmente. Hay cientos de manera de sentir que has
perdonado realmente a alguien. Pero antes, saca toda esa rabia acumulada de
corazón, de este modo, el perdón vendrá solo, sin forzar mucho a su encuentro.
Y permíteme además,
puestos a pedir que añadas a ese perdón un enorme GRACIAS. Si. Ya que estamos
en fechas navideñas, al menos, que esta enorme mentira social, nos conduzca a
algo bueno: sacar lo mejor de nosotros mismos. Como se suele decir, ¡Es
Navidad!
Dale GRACIAS a ese
personaje por permitirte librar esta batalla, por hacerte combatir con esta
fuerza, por haber sido un oponente duro de roer, para que de este modo, hayas
podido desarrollar tus verdaderas destrezas, habilidades y fortalezas, que te
permitirán pasar al siguiente nivel. Y sobre todo, porque has aprendido de este
modo, una gran lección sobre ti. Esa que guardas para ti, como un talismán, que
te permitirá protegerte en las nuevas batallas que librarás, pero te aseguro
que de un modo bien distinto.